En los últimos
tiempos se ha dado en la región un especial interés de los actores por escribir
teatro, ya sea motivados por la necesidad de evitar el costo inherente al autor
a la hora de solicitar los derechos para usar su obra, o por la necesidad de adaptar
un texto a la cantidad de gente que tiene la compañía teatral, otras veces
porque no encuentran la obra que traten los temas que quisieran representar y
finalmente, porque los talleres de teatro promueven la actividad desde la
improvisación y la búsqueda de la actuación desde la poética personal pero en
ese proceso muchas veces no se alcanza con rigurosidad a darle forma
espectacular al material que se rescata.
De pronto surge
la pregunta, ¿cómo se escribe una obra de teatro? Y entonces comienza el recorrido
por los libros que expliquen la fórmula.
Porque lo que se busca es una fórmula que simplifique el esfuerzo y les
permita cumplir su objetivo que es actuar.
Los primeros libros que se encuentran son los vinculados la construcción
del guion de cine, y los formatos para televisión. Pero también en los últimos años han podido
encontrar, varios libros en donde autores consagrados escriben acerca de sus
fuentes de inspiración, o sus métodos y en algunos casos también con sus
consejos. Con mucha frustración,
leyéndolos se enteran de que no hay fórmulas, o por lo menos, que la fórmula es
personal y debe encontrarla cada uno.
Desde nuestro
punto de vista, no es tan así, el interés por establecer una preceptiva teatral
no es nuevo. Hemos comentado en otros
artículos – “A Escribir” y “El Valor de la Palabra” – que Aristóteles (384 AC –
322 AC) ya en ese entonces, expresaba en
su “Poética”, el arte de escribir tragedia griega, Además, si revisamos
cada movimiento artístico, podríamos rescatar, a algún autor que directa o
indirectamente explica los detalles técnicos de la producción de su época. Y que a inicios del siglo XX, los formalistas
rusos, que también buscaban “la fórmula para escribir”, para “hacer
literatura”, obtuvieron conclusiones.
Diríamos que a cada obra, le corresponde una fórmula, quizás el desafío
sea encontrar a cual fórmula corresponde. Hemos explicado también que cuando se escribe
con fórmula, se nota y entonces, la obra pierde fuerza. Pero cuando estamos perdidos y necesitamos
encontrar una respuesta para que nuestro trabajo avance, comparase con las
fórmulas, ayudan a obtener el resultado deseado.
Usualmente, la
primera necesidad, es que la obra se entienda, que el público pueda tener su
historia. Más adelante vamos a hablar de
las preceptivas que podemos tener a mano, pero antes tenemos que hacer una
aclaración y hablar del “Cuentito”, como lo llaman despectivamente los
dramaturgos.
Hasta la
aparición del Cinematógrafo, a finales del siglo XIX, la función del teatro era
la de contar una historia en 3D y en vivo.
Este era el único arte que podía hacerlo. Las otras posibilidades de
acceder a un cuento o historia era a través de las baladas cantadas por los
trovadores o de la épica escrita. Todo
este proceso lo explica muy bien Mauricio Kartún en su artículo “El Cuentito”
publicado en Revista Teatro XXI (1995) y luego recopilado por Jorge Dubatti en “Escritos
1975-2005”, de Editorial Colihue para su
colección Praxis Teatral. Pero con la
aparición del cine, la posibilidad de ver un cuento o una novela fue
ampliamente superada. Más tarde la
aparición de la televisión lo hizo algo de todos los días, así el teatro,
perdió interés y por su puesto: público.
Fue la hora entonces de renovarse.
Según el autor, reunió y robó a todas las demás artes y se reinventó
despreocupándose del “Cuentito” y enfocándose en la posibilidad de transmitir
sensaciones a partir de la poesía.
Entonces tendríamos
que separar a los formatos que ayudan a contar el Cuentito de aquellos que lo
superan.
Considerando
que hasta el final del siglo XIX, el teatro contaba historias, la preceptiva de
cada movimiento artístico es una ayuda importante. Para el teatro del siglo XX en adelante
tendremos que ir más despacio.
Veamos un poco
como armar el Cuentito. No en vano le
dicen el cuentito, ya que las obras de teatro que responden a este paradigma
comparten con el Cuento Literario algunas características que le son
intrínsecas y que en muchos casos también le permiten diferenciarse de la
novela.
Sin ahondar
mucho en la Teoría del Cuento, que seguramente será tema de otro artículo,
podemos nombrar algunas de estas características:
- Es un relato breve, que puede ser abarcado en una sola sentada (una lectura sin interrupción).
- Siempre presenta una historia de ficción, aunque su origen sea un suceso de la realidad, puesto que al darle un formato, un estilo, siempre se termina ficcionando.
- El número de personajes es reducido, y generalmente se enfoca en la acción de uno, el principal. (Es el Plot de un Personaje)
- El Cuento recrea situaciones, con una trama enfocada en el desarrollo de esas pocas situaciones, abordando un clímax y desenlace final rápido; en contraposición con la novela que trabaja sobre el desarrollo de personajes, su psicología, recreando mundos, presentando “cabos sueltos”.
- El cuento es una acción cerrada, con una estructura clara de “Presentación, Nudo y Desenlace”
- Se dice que el cuento necesita Tensión, Ritmo, Imprevistos y Sorpresas dentro de la lógica de Causa-Efecto de los acontecimientos, sin relegar Conflicto, Unidad y Continuidad.
Si no
hubiésemos dicho que se trataba del Cuento, podríamos decir que son características
claras de las Obras de Teatro.
Generalmente se
parte de una situación inicial, en donde un personaje o un grupo de personajes,
debido a una acción, necesita generar un cambio a la realidad imperante, para
lo cual deberá enfrentarse a quienes no desean que las cosas cambien.
La forma más
grafica de verlo, es la construcción de historietas. Las màs conocidas, las publicadas en las
últimas páginas de los periódicos constan casi siempre de cuatro viñetas, como
por ejemplo: “Clemente”, “Mafalda”,
“Diogenes y el Linyera”, e “Inodoro Pereyra…” (aunque ésta a veces se
extendía tanto como la página), entre las más populares. Llevando adelante la estructura de
presentación en la primera viñeta, el nudo en las segundas dos y el desenlace
en la cuarta.
Otras se
reducen a un solo cuadro, como las de Maitena y sus “Mujeres Alteradas”. En este último caso la protagonista de turno
de la tira, hacia el planteo en el globo de su texto y la coprotagonista daba
el remate en su propio globo, mientras el resto de la gráfica completaba el
ambiente, generalmente mostrando la acción que desarrollaban mientras hablaban.
La “Presentación”
o “Primer Acto” como también se le dice, abarca, la situación inicial, el lugar
donde se hallan los personajes, desarrollando sus acciones autónomas y donde se
producirá el evento que genere el conflicto.
Todos los personajes de la historia deben estar planteados aquí, aunque
aparezcan con posterioridad, de manera que no haya situaciones que obliguen al
espectador a “recalcular” la historia.
Se supone que aquí, ya hay pistas del desenlace.
La preceptiva establece
que antes del principio no hay nada que interese a la historia que se va a exponer. Dando por descontado una unidad de objeto,
de manera que ninguna situación puede ser suprimida ni agregada para contar lo
que se pretende contar.
El principio
termina cuando se revela "el conflicto", "la amenaza" o "la carencia", que da inicio
a la peripecia del personaje, en su derrotero por reponer la historia a su
momento original o para revertirla a su favor. De esta manera empieza el nudo, en
donde se construirá la trama: el relato de todos los sucesos que atravesarán
los protagonistas para llevar adelante sus deseos y también las situaciones que
llevaran adelante la persona o el grupo que desee impedirles que lo cumplan.
Luego de llegar
al punto de climax, o momento de mayor intensidad de las emociones, sobreviene
el final en donde se cierran todas las historias abiertas, sin dejar cabos
sueltos.
Se sugiere
entonces que quienes deseen escibir bajo esta modalidad, planteen en un párrafo
breve, de que trata la historia que se pretende contar. Plantear el conflicto, luego plantear el
final, después pensar como empezaría y unir esa acción o imagen inicial con la
final, escribiendo en tiempo presente y en tercera persona. Es muy importante plantear el final, porque cuando
se deja avanzar la historia, después se torna complicado encontrárselo. El tiempo verbal va a obligar a que las
acciones de los personajes aparezcan.
En cine se
utiliza lo que llaman ESCALETA o PLOT.
Esto es el
establecimiento de una ruta de los acontecimientos de la Fábula. Es una lista de las escenas, previamente ordenadas
en forma cronológica, y muchas veces en forma de fichas, en donde cada ficha
esta numerada y tiene un título y un pequeño desarrollo de lo que sucede en la
escena, los personajes que participan y cuáles son las acciones o textos críticos
que deben ejecutarse o decirse. Estas
fichas luego pueden reordenarse, alterando el orden inicial, para mejorar el
ritmo, otorgar suspenso o beneficiar de alguna manera el relato. Puede tener también algunos detalles técnicos para
ser utilizados a la hora de filmar, como puesta de cámaras, objetos
indispensables o si la escena se desarrolla en interior o exterior de día o de
noche.
Equivaldría a
establecer los pasos del cuento, tal como lo explicamos cuando hacemos
narraciones.
Para ver en
detalle, los consejos para escribir una historia exitosa, sugerimos leer alguno
de los libros escritos por Syd Field, un funcionario de una productora de cine en
Hollywood cuya trabajo era seleccionar buenos guiones para llevarlos a la
pantalla grande. Seguramente será el
tema de algún próximo artículo.
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