jueves, 28 de enero de 2016

Se Lanza La Biblioteca Gombrowicz

Una biblioteca virtual con más de 300 textos en español de y sobre – el escritor polaco, adoptado por Argentina – Witold Gombrowicz (artículos, notas, reseñas, entrevistas)  Todo gratis, a un clic. Así publicita un banner la novedad en el sitio del Congreso (Permanente) Witold Gombrowicz.  

Si bien el congreso se desarrolló en la Biblioteca Nacional, en agosto de 2014, sus fanáticos seguidores mantienen contacto a través de la página:  


A pesar de su corta obra, Gombrowicz es para muchos, junto con Joyce y Kafka, uno de los escritores vanguardistas más importantes del siglo XX.  Su estilo crítico, ácido y grotesco, contra toda forma de identidad colectiva, que entendía como mandato injusto e inevitable que limitaba la libertad y la capacidad de ser del individuo, despertó el amor y el odio de sus lectores. De esta manera la identidad nacional y las tradiciones, historia y literatura de su Polonia natal se transformaron en su motivo recurrente, y el inicio de sus historias.

Dice Wikipedia:
"Las obras de Gombrowicz se caracterizan por un profundo análisis psicológico, un cierto sentido de paradoja, el absurdo, y su tono anti-nacionalista. En 1937 publica su primera novela, Ferdydurke, que presenta muchos temas que serán explorados y desarrollados en sus posteriores obras: los problemas de la Inmadurez y la juventud, la tendencia hacia la Forma, las máscaras que el hombre se coloca frente a los demás, y un crítico e irónico examen de los papeles de las clases en la sociedad y la cultura polacas, especialmente de la nobleza, representantes de la Iglesia Católica y la provincianidad polaca. Ferdydurke provocó severas reacciones de crítica e inmediatamente dividió a la audiencia de Gombrowicz en devotos admiradores y acérrimos enemigos. En posteriores novelas (Pornografía, de 1960, primeramente traducida al castellano con el título de La Seducción; Cosmos, de 1967) continuará el análisis de estos problemas, desarrollando un estilo cada vez más libre, deudor al mismo tiempo de las vanguardias de principios del siglo XX (al igual que su amigo Bruno Schulz) y de los grandes escritores satíricos europeos (Rabelais, Laurence Sterne)."



Witold Gombrowicz, nace el 4 de agosto de 1904 en Maloszyce, Polonia, y muere en Vence, Francia el 24 de julio de 1969.  Viaja a la Argentina con un grupo de escritores polacos, unos días antes del estallido de la segunda guerra mundial, y durante el viaje Alemania invade Polonia, por lo que decide quedarse en Buenos Aires, donde residirá hasta 1963.  Su vida pega un giro digno de sus escritos.  En Europa participaba de la vida cultural de Varsovia, en cuya universidad había estudiado derecho.  Había publicado unos cuentos, sin mucho éxito pero su "Ferdidurke", le otorga protagonismo por la posición beligerante contra el nacionalismo de la sociedad polaca.  Vivió al principio en condiciones de extrema pobreza, algo a lo que no estaba acostumbrado ya que provenía de una familia acomodada, hasta que conocidos de la comunidad le consiguieron un puesto en el Banco Polaco (donde escribiría a escondidas su obra "Transatlántico").  

Resulta gracioso que muchos de sus amigos en Argentina, los del Café Rex, no conocían la importancia del pasado literario del autor, y en un juego digno de La Vanguardia, realizan una traducción colectiva de su "Ferdidurke", que resultó en un lenguaje complejo e infantil, aunque mereció de parte de Ernesto Sábato varios elogios y el prólogo de la re-edición de 1964.  

Su obra permaneció censurada hasta finales de los setenta en Polonia, pero fueron publicadas en polaco en Francia, y distribuídas clandestinamente.  

En los años cincuenta "Transatlántico" se presenta en París entusiasmando a los críticos de teatro, que lo vuelven a poner en valor.  

En 1963 recibe una invitación de la Fundación Ford para instalarse en Berlín, en 1964 se muda cerca de París y contrata a Rita Labrosse como secretaria personal, más tarde se casaría con ella.  Luego se instala cerca de Niza donde transcurrirá la última etapa de su vida.  

Su viuda publica en 2013 “Kronos”, un diario íntimo del autor, inédito, que incluye anotaciones de su vida sexual. 

Las obras de teatro y novelas de Gombrowicz han sido traducidas al inglés, francés, alemán, catalán, español, japonés, checo y rumano.  


Obras
·         Ferdydurke -novela de 1937
·         Los Hechizados -novela por entregas de 1939
·         Transatlántico -novela de 1953
·         Slub (La Boda) -obra de teatro de 1953
·         Bacacay -colección de historias cortas de 1957
·         Yvonne, Princesa de Borgoña -obra de teatro de 1958
·         Pornografía -novela de 1960
·         Diario argentino - Ensayo - Editorial Sudamericana, Buenos Aires (1968)
·         Cosmos -novela de 1967
·         Diarios -1953-1969
·         Diario Argentino - 2001 ISBN: 987-9396-61-8
·         Contra los Poetas - conferencia editada en 2009 ISBN: 9788495363480
·         Kronos* - Diario íntimo póstumo con anotaciones de su vida sexual. - 2013 Wydawnictwo Literackie.

En el 2011 su viuda volvió a la Argentina y dialogó con Mauro Libertella para REVISTA EÑE.  Es una nota breve e interesante que repasa la vida aquí durante los años del exilio, su relación con los autores míticos de la época; y la experiencia de ella junto con el autor en Europa y el camino recorrido luego de su muerte.


Rita Gombrowicz: “Falta una verdadera biografía sobre Witold”

La última esposa de Witold Gombrowicz estuvo nuevamente en Buenos Aires y habló sobre las peleas del escritor polaco con Victoria Ocampo, Borges, y su amor por la Argentina.

Por Mauro Libertella

La historia fue repetida hasta el hartazgo, pero vamos a emularla una vez más. En 1939 una partida polaca llega a Buenos Aires en una comitiva naviera. Ahí está Witold Gombrowicz, un escritor poco conocido pero ya extraordinario, al que la guerra lo sorprendería en nuestras costas. Completamente a la intemperie, se queda en la Argentina por casi 25 años y se rodea de un grupo de iniciados, discípulos que lo visitan en oscuras piezas de pensión y en las mesas de confiterias de trasnoche. Gombrowicz le dice a todo el mundo que es un conde, pero que los enroques de la vida lo han hecho vivir como un mendigo. En la Confitería Rex traduce, en jornadas oníricas y plurilingüísticas, su novela icónica, Ferdydurke , para que los “lectores de la pampa salvaje”, como le gustaba decir, entiendan por fin que estaban ante un escritor genial.

Durante aquellos años argentinos, Gombrowicz no se mezcló ni fue a rendirle pleitesías a lo más consagrado del canon nacional (en ese momento cristalizado en el cuerpo del grupo Sur) y prefirió siempre una circulación marginal, menor, tangencial. Se rodeó de jóvenes alucinados que lo veneraron y lo amaron, a los que Gombrowicz los influyó a veces dolorosamente, y es posible que ese cariño devocional lo haya convencido para quedarse tantos años en nuestro país. Pasó algunos años en Tandil, y para los jóvenes de esos lares la llegada de ese tipo alto, de sombrero e impermeable beige, de humor penetrante y prosa corrosiva, fue un deshielo difícil de dimensionar, un antes y un después. Esos testimonios están, todos juntos, como en un retrato coral, en Gombrowicz en Argentina (El Cuenco de Plata, 2009), el libro que organizó su mujer Rita, que ahora visita Buenos Aires y se junta con nosotros para volver a hablar de Gombrowicz.

Hay un punto en el que Gombrowicz podría entrar en sintonía con Luca Prodan: dos extranjeros que llegaron un poco de casualidad y, con un idioma endeble, casi nonato, entendieron algo de lo argentino que a todos se nos escapa. Nos enseñaron a leernos, y cambiaron la música y la literatura argentina desde adentro.

Gombrowicz no sólo modificó la literatura argentina, sino que la Argentina, por supuesto, lo modificó a él de un modo profundo, inolvidable. Rita alguna vez recordó: “en julio de 1969, durante los días finales de su vida, hacía mucho calor en Vence. Witold sufría crisis de asma. Yo había puesto un ventilador cerca de él. Sus cabellos revoloteaban con el viento. Para que no recibiera tanto aire le pregunté si quería que lo apagara. Dejalo, me respondió, esto me hace acordar a la Argentina. Una parte de su vida se murió en la Argentina”.

¿Cuándo vino usted a la Argentina por primera vez?

En 1973. Sentía una curiosidad gigante por la Argentina, porque Gombrowicz me había hablado tanto de la Argentina, de los amigos. Recibía cartas y tarjetas todo el tiempo. Cuando llegué, el que me guió fue el primo de él, que vivía acá en Buenos Aires. Esa primera visita fue una especie de fiesta, porque los amigos sentían unas ganas feroces de evocarlo y de hablar de él. La relación de estos jóvenes discípulos con él se había cortado cuando viajó a Berlín, y daba la sensación de que todavía tenían cosas que hablar con él, temas pendientes. Cuando yo llegué, se largaron a hablar casi con urgencia. Witold estaba vivo a través de ellos, fue muy impresionante. Por eso decidí hacer un libro con todo eso.

¿Y cómo fue el proceso de composición?

Bueno, volví en el otoño del 78 y me quedé siete meses. Se armó una especie de club, el circus gombrowicz . Todos se entendían muy bien, había una especie de código secreto y palpable que compartían. Yo tenía un grabador en el bolso y con eso iba registrando lo que hablaban. Yo les preguntaba si los podía grabar, y me decían que podía grabarlos durante semanas hablando de Witold. El provocaba alegría, risas, ideas; era una suerte de Charles Chaplin, y eso lo vi en sus amigos más jóvenes de la Argentina. Había gente que quedaba impactada de modo negativo, pero en su mayoría la sensación era positiva. Lo que era seguro era que no quedabas indiferente frente a Witold.

¿No pensó en la posibilidad de entrevistar a gente que no fuera tan cercana ni afín, como la gente del grupo Sur?

Sí, y de hecho lo hice. Cuando vine, Victoria Ocampo acababa de morir, pero me pude encontrar con Silvina Ocampo. También con Borges. Tenía una vocecita muy tenue, y me dijo que no había leído a Gombrowicz y que era un tema que no le concernía. Yo creo que el grupo Sur nunca le perdonó a Gombrowicz haber escrito en polaco, en una revista polaca, cosas terribles sobre Sur. Gombrowicz dijo: “yo soy el único que no hice el peregrinaje hasta Victoria Ocampo porque el olor de sus millones me cae mal”.

¿Qué leía Gombrowicz en sus últimos años? Mucha filosofía y relatos de guerra, como la toma de Berlín por los rusos. Le gustaban las biografías de Stalin y los relatos de la Segunda Guerra. A los escritores como Dostoievski o Thomas Mann ya los conocía de memoria. Leía también a Heidegger, el estructuralismo, y de lo más contemporáneo leía lo último de Sartre. Lo último que leyó fue el diario de un polaco. Estaba acostado en la cama leyéndolo, y yo escuchaba desde el living las risas y los comentarios. Por lo demás, cuando escribía su obra, le era imposible leer a otros novelistas.

Usted armó además un proyecto similar, “Gombrowicz en Europa”. ¿Qué le quedó de esa investigación?

Todo eso fue muy diferente, porque fueron los años más dolorosos de su vida. El capítulo sobre Berlín fue terrible. Ahí fue atacado por el régimen comunista, había una campaña feroz contra él. No sé si por esa causa, pero después de la campaña contra él estuvo dos meses en el hosptial. Aplicaban métodos para inculcarle miedo, como hacer sonar el teléfono de la casa cada diez minutos durante todo el día. Y el capítulo sobre Royaumont fue doloroso de otra manera, porque yo estaba incluida en esa historia. Fue el lugar donde lo conocí. La escritura de ese libro fue mi verdadero psicoanálisis.

¿Qué le parece que falta ser escrito sobre Gombrowicz?

Falta mucho trabajo todavía. Falta una verdadera y buena biografía, pero según los criterios de Gombrowicz. Su vida es huidiza, es muy difícil de apresar un sentido único, si es que lo tiene. En ese sentido, una biografía tradicional debería basarse sobre todo en documentos comprobables, porque por fuera de eso la ficción se mezcla íntimamente con la realidad.

¿Witold estuvo escribiendo algo hasta último momento?

Hasta último momento estuvo escribiendo su diario. Lo escribía en hojas de resma blanca, nunca tenía cuaderno, nunca tenía lapicera, nunca tomaba notas, nunca tenía diccionario. Escribía con una parker en esas hojas blancas. En los últimos meses dijo “ya no sé qué escribir”. Se le ocurrió un día una obra de teatro, de un hombre que vive con una mosca enferma. No la escribió. Hay un pintor lituano, que me escuchó decir esto en algun lado, y que hace diez años trata de concretar en pintura esa idea. Tiene una larga serie que se llama “Gombrowicz y las moscas”, así que me gusta pensar que de algún modo la obra finalmente fue escrita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario