Hace poco escuchamos – en viejos
videos que revisamos aquí - a Vivi Tellas, nombrar y recomendar a Stefan Kaegi,
integrante del Colectivo Rimini
Protokoll. El encuentro con el artista,
comentaba, le permitió consolidar sus ideas sobre el Biodrama. Un tiempo después, lo invitaba a producir un
espectáculo para su ciclo del Teatro Sarmiento.
Así, se llevó adelante “¡Sentate!
(Platz!), un zoostituto” (2003) protagonizado por dos tortugas, una perra,
una iguana, nueve conejos y sus dueños.
Las obras producidas por
Rimini Protokoll, intentan valiéndose del recurso del Teatro e incorporando todo
el arsenal de las tecnologías disponibles, generar una reflexión sobre temas que
por pertenecer a nuestro mundo cotidiano, se hacen transparentes a nuestros
ojos. Para llevar adelante sus puestas,
prefiere trabajar con actores no formados, a los que llaman “especialistas”, y esto
refuerza la estética de un teatro documental, donde la obra es la protagonista.
A continuación presentamos un tráiler
de “Remote Madrid”. Cuarenta
espectadores, munidos de sendos auriculares, son guiados por una voz
previamente grabada, que les indica lo que deben hacer. Se internan en grupo por la ciudad de Madrid
y a lo largo del recorrido deben tomar decisiones individuales que se
transforman en una acción colectiva, son actores y espectadores a la vez. La pieza cuestiona cómo la inteligencia
artificial utiliza y procesa datos en relación a las decisiones que tomamos acumulando
nuestras preferencias, para predecir nuestro comportamiento futuro.
Para conocer mejor a este
grupo que tiene dos décadas de trayectoria, nada mejor que las palabras de Peter
Michalzik – periodista, crítico teatral y escritor - para la página web de
Rimini Protokoll:
Los integrantes del colectivo de directores teatrales Rimini Protokoll
se conocieron en los años noventa, mientras estudiaban en el Institut für
Angewandte Theaterwissenschaften [Instituto de Ciencias del Teatro Aplicadas]
de la Universidad de Gießen (Alemania), una especie de escuela de elite del
teatro alemán de vanguardia.
Rimini Protokoll está compuesto por Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel, quienes bajo este sello
desarrollan sus proyectos en diferentes constelaciones: a menudo los tres
juntos; Haug y Wetzel con frecuencia a dúo; Kaegi una y otra vez por su propia
cuenta y en el pasado también con Bernd
Ernst bajo el nombre de Hygiene
Heute (que podría ser traducido como Higiene Hoy en Día)
Sus primeros proyectos fueron realizados en teatros independientes.
Pero desde los comienzos de este siglo fueron bien recibidos también en los
escenarios municipales; en la temporada 2006/7 concretaron dos proyectos sólo
en el Schauspielhaus Zürich. Además, trabajan desde hace años en el extranjero,
sobre todo de la mano de proyectos comisionados por el Goethe-Institut.
Retrato
Nadie que intente definir el trabajo del colectivo teatral, o el trío,
con el curioso nombre de Rimini Protokoll podrá pasar por alto las nociones de
realidad y ficción. Porque ellos extraen su material de la vida real. Luego de
exhaustivas investigaciones, cada proyecto se desarrolla a partir de situaciones
concretas y específicas de un lugar determinado. El grupo suele elaborar sus
producciones de la mano de personas que no estudiaron actuación, que hacen de
sí mismos, y que fueron convocados y seleccionados durante el proceso de
gestión del espectáculo y a los que llaman “especialistas”
Aquí, sin embargo, es cuando queda en evidencia la dificultad de la
separación, precisamente por los desplazamientos, interdependencias y
superposiciones entre realidad y ficción: no sé sabe a ciencia cierta dónde
comienza el teatro y dónde concluye la realidad, no se lo puede saber y tampoco
se supone que se lo sepa. Pero lo de Haug, Kaegi y Wetzel no es mero gusto por
los trucos de prestidigitador, sino que una y otra vez queda demostrado cómo la
realidad sólo se desnuda por completo sobre las tablas. El teatro de Rimini
Protokoll no enfrenta a la audiencia con el escenario sino que amalgama ambas
esferas a través de configuraciones experimentales que una y otra vez se
renuevan.
En estos experimentos de lo que se trata es de la percepción, del
conocimiento del mundo y, sobre todo, de los seres humanos. Se trata, en
especial, de quebrar el complejo entramado de nuestra realidad y mostrarlo en
sus distintas facetas para así poder cuestionarlo. Los Rimini Protokoll aplican
su método al mundo con sutileza extrema y movidos por una enorme curiosidad. Lo
hacen en forma sorprendente, una y otra vez. De esta manera, han devenido los
protagonistas de una corriente del
reality que, desde hace algunos años atrás, viene impactando en el teatro alemán.
Sus integrantes apenas habían concluido sus estudios en Gießen y
realizado unas primeras puestas en la escena independiente, cuando Rimini
Protokoll saltó a la fama gracias al entonces presidente del Parlamento alemán,
Wolfgang Thierse. Con el título de Deutschland 2 [Alemania 2] el colectivo
pretendía recrear en la sala plenaria abandonada del antiguo parlamento alemán
en Bonn el debate parlamentario del 27 de junio de 2002 en el Reichstag
berlinés. Los intérpretes serían aquellos en cuyo nombre el Parlamento había
deliberado, es decir, ciudadanos comunes. Thierse prohibió la acción aludiendo
a la “dignidad de la casa” y desatando así todo un debate en torno de la
libertad del arte, la relación entre arte y política y los límites entre teatro
y realidad: desde entonces, la opinión pública conoce muy bien el territorio en
el que se mueve Rimini Protokoll. Finalmente, la acción se realizó en un teatro
del barrio Beuel, en los alrededores de Bonn. A través de auriculares, el texto de los parlamentarios prácticamente
se les soplaba al oído a los ciudadanos de Bonn, quienes intentaban decirlo en
forma simultánea.
Trabajando agrupados en diferentes constelaciones, los tres integrantes
de Rimini Protokoll continúan produciendo nuevas obras a partir del material
que extraen de la realidad.
Deadline (Haug, Kaegi, Wetzel) fue creado por Rimini
Protokoll en el Neues Cinema, una sala del Deutsches Schauspielhaus de Hamburgo
que estaba por cerrarse. Sobre el escenario, que pronto dejaría de ser tal, se
encontraban un alcalde, un tallador de placas para sepulcros, un orador de
funerales y una estudiante de medicina, todas personas que de una forma u otra
tratan con la muerte a través de sus oficios o profesiones y que narraban cómo
era su relación con la muerte. En términos de dramaturgia la puesta era tan
inteligente, las contribuciones individuales se complementaban y reflejaban
unas en otras, que la obra dejó una huella por partida doble: por un lado,
trazó un panorama vivo de la actitud contemporánea frente a la muerte; por el
otro, cobró visibilidad la individualidad de cada protagonista y su historia
con la muerte.
Sabenation. Go home and follow
the news (Haug/Kaegi/Wetzel) fue
construida de un modo igualmente sofisticado. El tema a tratar fueron los miles
de empleados despedidos por la compañía aérea belga SABENA. Una vez más, los
participantes o “especialistas”, que hacían de sí mismos, fueron el resultado
de una selección brillante; otra vez, la puesta fue aleccionadora y permitió
conocer trasfondos y destinos; una vez más, el espectador se vio confrontado
con un recorte de la realidad en sus innumerables facetas.
Vemos en Wallenstein
(Haug/Wetzel), qué tan exitoso puede ser el teatro de Rimini Protokoll:
Su primer trabajo a partir de un texto clásico y puesto en escena en el
marco del Festival Schiller en Mannheim, fue un éxito de reparto. Era realmente
sorprendente todo lo que esta producción tenía para decir sobre el poder y la
resistencia, cuán de cerca lo puede tocar a uno el caso de un candidato a
alcalde de Mannheim, un jefe de policía de Weimar, o un veterano de guerra de
Vietnam residente en Heidelberg. La puesta era tan auténtica y sólida que uno
creía estar en presencia de la abolición del teatro, cuando se trataba, en
realidad, de una puesta de gran calidad artística. La realidad estaba siendo
puesta en escena, sin perder su autenticidad.
Es en Call Cutta
(Haug/Kaegi/Wetzel) donde la inteligencia de los directores en escena no deja
lugar a dudas. Cada espectador recibe un teléfono móvil a través del cual se
puede escuchar la voz de un interlocutor que desde Calcuta –los oyentes se
encuentran en Berlín- les explica en qué
dirección deben avanzar. Lo que se pone en escena aquí es el call center que,
desde lejos, lo guía al usuario que entabla con los empleados de éste una
cierta intimidad.
En el último trabajo hasta el día de hoy, Cargo Sofia (Kaegi), los espectadores están sentados en un camión
desde cuya ventana pueden ver el medio ambiente que pasa rodando, así como
encuentros casuales de los vagones en los paradores y películas de sus largas
travesías. Así los espectadores toman parte del mundo de los conductores de
camiones que andan sobre ruedas por Europa a cambio de sueldos mínimos. No hay
nada en el teatro alemán de hoy en donde la realidad le pegue a uno tan de
cerca como en el teatro de Rimini Protokoll.
Les dejo la página del grupo
para una investigación más pormenorizada. Lamentablemente no tiene muchas
traducciones al castellano, pero los videos, dan una idea acerca del teatro que
ellos proponen.
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