Todas las sociedades primitivas
comparten – más allá del lugar en donde se hayan afincado y sin necesidad de
mantener comunicación entre ellas – un cúmulo de actividades comunes tendientes
a cubrir las necesidades básicas del hombre, sobre todo la vinculada a lo
religioso, a solicitar a un ser superior, protección, abundancia y prosperidad.
Para establecer esa
comunicación, el hombre, se manifestaba a través de su voz, su cuerpo entero, o
realizaba dibujos, esculturas y ofrendas de todo tipo, inclusive produciendo
música, realizadas en el marco de un ritual.
Más adelante hubo un encargado
de intermediar entre la gente y el dios, llamado brujo, hechicero, sacerdote, y
se sacralizaron los ritos.
Las ceremonias incluían la
producción de máscaras y vestuarios, como la colocación de la piel de los
animales que se iban a cazar; la danza,
mimando la cacería en un reparto concreto de roles, organizando las primeras
coreografías; el canto, alabando o solicitando a través de un texto seguramente
poético, las debidas peticiones, que luego se transformarían en oración solemne. Y la música englobándolo todo.
Para Francisco Nieva, autor
del “Tratado de Escenografía”, “el primer
actor de la historia del teatro es el sacerdote a quien corresponde el papel de
enseñar los cultos mágicos y los mitos.”
Es quien lleva adelante el
dialogo con el dios y con la asamblea.
Es de esta manera que se
inician las artes, vinculadas a la religión, al ocio y a la producción.
Empezaremos revisando en este
espacio su evolución en el teatro griego, un caso particular de lo explicado
más arriba y el comienzo del teatro en occidente, que llega a nuestros días.
Pero también abarcaremos, la
separación del aspecto religioso, los distintos usos dados por las clases
dirigentes; la creación de géneros y su supervivencia a través del tiempo, la
creación de estilos, el interés de los estudiosos por la creación de
preceptivas para la construcción de las obras, el interés en la pedagogía para
la formación del actor, la separación de la literatura, etc.
Es importante tener presente el
origen ritual, para la comprensión de lo que hacemos, ya que la metodología que
nosotros estudiamos en el taller es la de las Acciones Físicas.
Un rito para el diccionario
tiene dos acepciones, desde el punto de vista religioso, es un “Conjunto de
prácticas establecidas que regulan en cada religión el culto y las ceremonias religiosas.”
Y desde un punto de vista cotidiano, una “costumbre o acto que se repite
siempre de forma invariable”, este más asociado a las rutinas de los
individuos.
Pero para los antropólogos, los
ritos son simbólicos, y suelen expresar el contenido de algún mito.
Los mitos son relatos
tradicionales que se refieren a
acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o
extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes
fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o fenómeno.
Los mitos forman parte del
sistema de creencias
de una cultura o de una comunidad, la cual los
considera historias verdaderas, o que podrían serlo.
Para Claude Lévi-Strauss, todo mito tiene tres
características: 1) Trata de una pregunta existencial,
referente a la creación de la Tierra, la muerte, el nacimiento y
similares. 2) Está constituido por
contrarios irreconciliables: creación contra destrucción, vida frente a muerte, dioses contra hombres
o bien contra mal. 3) Proporciona la
reconciliación de esos polos a fin de conjurar nuestra angustia.
Para Malinowski los mitos son narraciones
fundamentales, en tanto que responden a las preguntas básicas de la existencia
humana: razón para existir, razón de lo que lo rodea, entre otras. Pero el mito
pertenece al orden de las creencias y que si bien es una explicación, no es una
explicación racional, sino cultural.
A continuación una posible e interesante clasificación
de los ritos proporcionada por:
nos muestran un panorama para la elección de las
acciones en la construcción de los personajes
Ritos de pasaje
Fueron estudiados por Vab
Genep y son aquellos que acompañan a las personas en sus cambios de posición
social. De esta manera, se sacraliza la modificación de roles y status. Sin
embargo, la sacralización no es el único objetivo sino que también estos ritos
pueden tener la misión de propiciar buenos augurios para el futuro.
Los ritos de pasaje, suelen
comprender tres momentos: 1) Un separación del estado previo. 2) Una marginación,
un alejamiento. 3) Una integración al
nuevo estado.
En la cultura occidental, el
bautismo, el matrimonio y los funerales dentro del contexto religioso, cumplen
claramente este sentido ritual. En otras sociedades, existen también ritos
vinculados a la iniciación sexual o el paso a la categoría de guerreros.
Al ser anuales, señalan el
paso de un período a otro y tiene que ver con la renovación de la naturaleza y
las estaciones. Las fiestas relacionadas con equinoccios y solsticios como
Pascua y Navidad son buenos ejemplos.
Ritos de inversión
A veces, los ritos cíclicos suponen un evento ritual en el cual se
invierten los roles sociales. Por ejemplo: ser reina por un día o los
bailes de carnaval que propician el descontrol y la promiscuidad sexual.
Ritos de
confirmación
A través de ellos se crean situaciones de alta emotividad que buscan
concientizar al individuo respecto de su dependencia del resto de la sociedad.
Estos ritos suelen exaltar principios morales correspondientes a nuevos estados
y las obligaciones involucradas.
Se refieren al bienestar físico y moral del individuo, partiendo de que
la base de universo es un orden moral en el que la suerte o la desgracia
dependen de la conducta moral del hombre. Estos ritos tienen así el objetivo de
reparar el mal.
En
caso de alteraciones a la normalidad como guerras, enfermedades u otras
desgracias, estos ritos buscan retornar a la integridad moral del hombre de
manera tal que los factores externos que afectan negativamente se alejen y todo
vuelva a su cauce
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