Ricardo Bartis es actor,
director, dramaturgo y maestro.
Desde los noventa se convirtió
en la referencia obligada del teatro rioplatense actual. Las obras más vistas de la cartelera porteña
tenía, por esa época, siempre a algún discípulo suyo como protagonista. Y hoy
todavía su influencia se ve con fuerza sobre las tablas.
Con “Postales Argentinas” comenzó
un proceso de renovación de la escena, que luego se transmitiría al resto de la
comunidad artística, donde la palabra volvía a tomar relevancia.
Basado en el principio de que
una obra de teatro es lo que sucede en escena en el acto del convivio, se ha
negado como Tato Pavloski, con quien compartió varias creaciones, a la
escritura de sus textos, porque el teatro escrito, no es teatro, sino
literatura.
Tiene la particularidad de
explicar a este arte dramático con metáforas futboleras, tanto que su escuela
se llama el Sportivo Teatral, y quizás sea esa la razón de que los conceptos
puedan ser tan bien asimilados por todos. No es difícil entender que los dos mismos
equipos en la cancha, no juegan el segundo partido igual que el primero.
A Jorge Dubatti, no le fue fácil
la factura de este libro, que reconstruye la bitácora del trabajo de Bartis, en
su rol de director de sus creaciones – incluyendo el texto de las obras –desde
la nombrada “Postales argentinas” (1988),
hasta “Donde más duele” (2003), fecha en que se publica esta
recopilación, pasando por “Hamlet o la guerra de los teatros” (1991), “Muñeca”(1994)
, “El Corte”(1996), “El pecado que no se puede nombrar” (1998). El material se completa con
textos teóricos del investigador y opiniones de la prensa o de especialistas en
la materia.
Cabe destacar que el
dramaturgo trabajó en estos años sobre materiales de Shakespeare, Discépolo,
Arlt y Tirso de Molina, entre otros, rescatando además las creencias populares
sobre los motivos planteados por los autores clásicos.
Se podrá encontraren estas
páginas, la forma en que abordaba los temas, sus métodos de trabajo para con el
mismo y para con los actores, sus opiniones, sus apuntes, los planteos de
trabajo para los ensayos, su ojo para descubrir el emergente, la traducción a
una forma espectacular de sus ideas, etc.
Una expresión genuina del modelo de director actual.
La lectura de este libro nos
permite acercarnos a la obra – con las limitaciones planteadas a priori, “desde
la literatura” – de este excelente artista, pero también descubrir a su
investigador y a un movimiento teatral digno de haber sido vivido.
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