Julius Pereszlenyi (tal el
verdadero nombre de Martin Julius Esslin), nace en Budapest el 6 de junio de
1918, en el seno de una familia judía.
Pasa su infancia y adolescencia en Viena, de donde huye a Gran
Bretaña cuando en 1938 los alemanes anexan Austria al Tercer Reich.
Trabaja como productor, traductor,
periodista, autor y crítico teatral. En
1961 escribe un ensayo intentando explicar la corriente teatral que se
representaba en ese momento, a la que llamó “Teatro del Absurdo”, en referencia
a la angustia metafísica, originada por el absurdo de la condición humana, tema
que de alguna manera, abordaban en sus obras los principales exponentes de la
época: Beckett, Adamov, Ionesco, Genet, Arrabal, Pinter, Albee, Gatti, etc.
Desde 1963 a 1977 dirige la
sección de teatro radiofónico del servicio exterior europeo. Y tras abandonar la BBC, se traslada a USA
donde dicta clases principalmente en la Universidad de Stanford pero también fuera
de ella dicta seminarios y conferencias.
Fallece el 24 de febrero de
2002.
Su Teatro del Absurdo alcanza gran
repercusión al afirmar que
“El Teatro del Absurdo consiste
en expresar el sentido del sinsentido de la condición humana, así como lo
inútil del pensamiento racional proponiendo un abandono absoluto de la razón”.
Y vuelve a escribir en 1970
que
“Habiendo forjado por forjar una – la expresión de Teatro del Absurdo,
nunca sé, cuando la veo citada en un diario o en un libro, si debo serle fiel o
taparme la cara de vergüenza; porque lo que yo consideraba un concepto
genérico, una hipótesis de trabajo, destinada a comprender un gran número de
fenómenos tan variados como difíciles de aprehender, se transformó para muchos
-entre ellos los críticos teatrales- en una realidad tan concreta y específica
como un sello".
Lo cierto es que la expresión
se continúa usando porque no hay otra que lo defina mejor y las observaciones
que manifestaba en su ensayo fueron tan precisas que continua siendo fuente en
la que los teatristas abrevan cuando intentan echar luz sobre quizás el que sea
el último género teatral reconocido hasta el momento.
Inicia su explicación abordando
las acepciones del concepto “absurdo”,
que según el diccionario quiere decir sin armonía. Sin
armonía con la razón, incongruente, no razonable, ilógico. Y en el lenguaje corriente, “ridículo”. Ionesco en un ensayo sobre Kafka, redefine el
término: “Absurdo es lo desprovisto de
propósito… Separado de sus raíces religiosas, metafísicas y trascendentales, el
hombre está perdido, todas sus acciones se transforman en algo falto de
sentido, absurdo, inútil”.
Resalta que otros autores,
como Anouilh, Sartre, Camus, entre otros, han abordado los mismos temas – la falta
de sentido de la vida, la devaluación de los ideales, la experiencia de la
nada, la experiencia del fracaso – pero la han plasmado bajo las convenciones
del teatro realista; “un razonamiento
altamente lúcido y construido con toda lógica”.
El teatro del Absurdo, en
cambio, presenta la misma idea, pero poniendo de relieve lo inadecuado de los
mecanismos racionales, abandonando las convenciones tradicionales y el
racionamiento discursivo; trata de lograr una unidad entre sus posiciones
básicas y la forma en que se expresan.
Ha renunciado a argüir sobre
lo absurdo de la condición humana, limitándose a presentarlo en imágenes escénicas concretas. Por otra parte, tiende hacia una radical devaluación del lenguaje, busca una poesía que ha de surgir de las
imágenes concretas y objetivas del escenario. El elemento lenguaje todavía juega un papel
muy importante en su concepción, pero lo que ocurre en la escena trasciende, y
a menudo contradice al diálogo.
Es una vuelta a viejas,
incluso arcaicas, tradiciones. Su novedad reside en la combinación, en cierto
modo insólita, de estos antecedentes: El Teatro Puro: Efectos escénicos
abstractos, comunes de verse en el circo, las revistas, los prestidigitadores, acróbatas,
toreros bufos, o mimos. Y las Payasadas:
Salidas cómicas, diálogos sin sentido, juegos de palabras, literatura onírica y
fantástica, frecuentemente con intención alegórica.
Y también representa una
vuelta a la función religiosa original del teatro - el enfriamiento del hombre
con la esfera de lo mítico y lo religioso. Como la antigua tragedia griega, los
misterios medievales y las alegorías barrocas, el Teatro del Absurdo es un
intento por hacer consciente al espectador de la precaria y misteriosa
situación del hombre en el universo.
En resumen:
- Si una pieza tradicional debe tener un argumento inteligentemente construido, las del Absurdo no tienen historia o argumento que referirnos.
- Si a una obra tradicional se la juzga buena por la sutileza de sus caracteres y motivaciones, las del Absurdo se hallan a menudo desprovistas de personajes reconocibles y presentan ante el público muñecos mecánicos.
- Si una obra tradicional debe tener un tema completamente explicable, ciertamente expuesto y finalmente solucionado, las del Absurdo a menudo no tienen ni principio ni fin.
- Si una obra tradicional ha de ser espejo de la naturaleza y retrata las maneras y manierismos de la época en bellos y cuidados sketch, las del Absurdo a menudo parecen ser reflejos de sueños o pesadillas.
- Si una obra tradicional se basa en ingeniosas réplicas y agudos diálogos, las del Absurdo no tienen más que cháchara incoherente.
Fuente
Wikipedia – Martin Esslin
Historia de los Medios y el Espectaculo – IUNA –
Catedra de Isse Moyano
El Teatro del Absurdo
Canal A
Programa
Teatro del Mundo – Teatro del Absurdo
No hay comentarios:
Publicar un comentario