martes, 6 de noviembre de 2018

Participaciones - OLGA STELLA



A la pregunta de ¿Cómo te iniciaste en el teatro?  Le siguió un… Te vas a reír.  La mujer de un amigo de mi primo, era hermana de Jorge Mayol que era compañero de trabajo de Alfredo Alcón, ellos compartían giras, y cuando volvía, nos contaba historias que me subyugaban.  Durante esos relatos supe que yo tenía que pertenecer al mundo del teatro.  Empezaban los años 70, y yo me estrenaba en el mundo de los adultos, averigüé y me anoté en la Universidad Popular de Belgrano.  Mi primer maestro fue Roberto Ponte.  Acudí solo un par de años, después seguí estudiando pero con intermitencias, hasta el 76, en que nació mi primera hija, ahí hice un parate. 

Después poco a poco fui volviendo a la actividad, tomaba cursos y daba clases para chicos, participábamos de los torneos bonaerenses.   En esa época nació mi segunda hija, ya ahí no pude parar.  A principios de los ochenta me había cruzado con Marcelo Vernengo, en la Municipalidad de San Martin, él era muy creativo, hicimos varias cosas en escenarios no convencionales, íbamos a geriátricos y hogares, y también pusimos en escena: “El Herrero y el Diablo”, “A la diestra de Dios Padre” y “Gris de ausencia”. 

A mediados de los 90 hice un seminario con Anna Strasberg en el Cervantes, muy intensivo.  No me animé a pasar al escenario, pero quedé impresionada por las devoluciones que les hacía a los que si se animaron.

Nunca creí en la formación convencional, opté por tomar lo que más me interesa de cada uno de los maestros a los que acudí.  Manuel Maccarini, Boris del Rio, Norberto Diaz, German Galeano, Vos, Mosquito Sancineto, Pablo Slavsky….

Hubieron dos cosas que cambiaron mi mirada sobre la actuación, el método de las acciones físicas y el teatro antropológico.

En el 99 hice el seminario “Los Tres Territorios del Teatro” dictado por  Augusto Fernández, Juan Carlos Gene y Raúl Serrano en la Facultad de Derecho de la UBA.


Hervía por hacer teatro, pero no encontraba con quien hacerlo, me sumaba a la formación de grupos pero con ninguno se llegaba al estreno.  Parecía que había más entusiasmo que esfuerzo por concretar el objetivo.  El compromiso de parte de algunos de los participantes se caía y las posibilidades de estar arriba de un escenario se esfumaban.  Me reencontré con vos de casualidad y te conté.  Me dijiste por qué no hacés un monólogo? Y me regalaste un libro de un autor venezolano (Johnny Gavlovski): Los Puentes Rotos.  Me encantó.  Un tiempo después empecé a ensayar con Pablo Slavsky, estuvimos casi un año haciendo laboratorio.  Nunca pudimos dar con el autor para pedirle los derechos.  Con el trabajo de investigación que habíamos hecho, se rehízo la dramaturgia y de ahí salió “Rotas Cadenas”.  Fue mi primer unipersonal.  Un trabajo que me llenó.  Me sentí enriquecida.  Tanto que después no encontraba nada con lo que me sintiera a gusto.  Sentía que nada lo igualaba o lo superaba, como desafío personal, no?  Estuve ocho años alejada del teatro como actriz y como espectadora.

Pero como el diablo siempre mete la cola, si bien estuve momentáneamente retirada, no me deshice de mis contactos de teatro en Facebook.  Un día tuve una conversación – vía messenger – con Roberto Villanueva Cosse, y le conte brevemente esta historia.  El me invitó a ver “Compañero del Alma”.  No nos conocíamos y me dio un poco de vergüenza, le dije que con un dos por uno alcanzaba, y me fui con una amiga.  Salí renovada.  Me encantó el trabajo de Verónica Cosse, se los dije y quedamos en contacto.  El bichito del teatro me había vuelto a picar.


Otro día, también en Facebook, veo una convocatoria que hace Luciana Morcillo (una de las autoras de “Nenina”, junto a Olga Viglieca e Ivan Moschner) para que varias mujeres presentaran un monólogo – así de loco era –  en el FELCO (Festival Latinoamericano de la Clase Obrera).  El tema de la obra atraviesa el caso Romina Tejerina, es un caso conocido sucedido en 2003 en Jujuy, una chica de 19 años da a luz a una bebe y la hiere mortalmente en medio de un brote psicótico. El texto aborda temas muy actuales, como la violación, el aborto, la opresión del sistema, la condena social, etc.

Me contacto y pregunto si iba a ver un casting, me daba curiosidad eso de que varias mujeres hicieran un monologo.  Fui.  Quedé.  La metodología de trabajo me sorprendió.  Todas teníamos el mismo texto, pero cada personaje lo componía cada actriz con su impronta.  Ensayábamos todas juntas, pero pasábamos de a una, el director Ivan Moschner, nos hacía marcaciones generales y particulares.  Después del festival, nos propone seguir, ya que originalmente la propuesta inicial era hasta el festival.  Pasa el verano, y nos re-envía una invitación que le había llegado a él del teatro Belisario, ofreciéndole el espacio en el caso de que tuviera una obra para mostrar.  Como era solo un mes, nos propone hacer una puesta colectiva, pero también se aprovechó para hacerla en cuadrillas, y con esas cuadrillas, hicimos giras.  Después tuvimos todas la opción de hacer el monologo cada una donde consiguiéramos.  Yo personalmente la lleve, a la Universidad de Tres de Febrero, a la Universidad del Comahue en Viedma, en un Encuentro de Mujeres en zona sur, a Capilla del Monte, a La Casa Roja, también la hice en Pasaje Artesón, y la llevo adonde me la pidan.

Proyectos?, seguir haciendo Nenina todo lo que pueda y que me llames para hacer algo con vos.



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