Quizás desde antes de que se
inventen las palabras, los idiomas.
Narrar, contar, transmitir,
expresar, una idea, una situación, un suceso, una experiencia, era y es parte de la
acción cotidiana del hombre desde el inicio de la humanidad, ya que las tribus
se juntaban para planear la cacería, distribuirse los roles frente a las
actividades de conjunto, orar, trabajar; lo hacían con el cuerpo, la voz, los
instrumentos, lo graficaban por medio de dibujos o esculturas. Es quizás junto a la fabricación de objetos,
la primera forma del arte, como una manera de enfrentar el ocio o el descanso, o de darse ánimo, y que junto al fogón acaparaban a sus espectadores.
Desde otro punto de vista, también
desde el principio de sus días, el niño le cuenta a sus juguetes, en el mismo
instante en que se desarrolla, lo que está sucediendo a cada personaje del
juego que el lleva adelante solo, y cuando es en compañía, ese relato es
dialogado, a veces armando monólogos superpuestos. Las familias comparten la mesa con la
expectativa de escuchar lo vivido por cada integrante durante el día. Los amigos se juntan en la esquina, en el
café, en el recreo, en la casa de alguno o por teléfono o vía internet, para
contarse experiencias, reviviendo tristezas y alegrías.
Todos somos capaces de narrar,
de hecho lo hacemos a cada momento.
Quizás por ser una herramienta
de uso frecuente, no nos resulta fácil descubrir la espectacularidad del hecho,
ni somos conscientes de la manera en que lo practicamos nosotros. Seguramente estamos más acostumbrados a
realizar una autocrítica de nuestra forma de escribir un relato. Pero el relato escrito, no es el relato oral.
¿Qué narramos cuando narramos?
En general anécdotas, chismes,
hechos, vivencias… cuentos.
Existen casi infinitas
definiciones de “cuento”, trataremos de abarcarlas en otra oportunidad. Por ahora queda en ustedes encontrar la
definición que mejor les convenga.
Lo cierto es que para transmitir
o comunicar una idea nos valemos de descripciones.
Entonces cuando narramos
describimos.
Las descripciones no son
necesariamente completas (no se trata de hacer un inventario de lo que se ve o se siente) cosas quedarán en la elipsis y cosas se nombrarán metonímicamente y abarcan muchas categorías, se describe un lugar, los
objetos que lo completan, las sensaciones que todo esto produce, los climas, la
época, el momento del día, los olores, los colores de la escena, los personajes
que intervienen, sus características, sus deseos, sus imposibilidades, las
acciones que realizan, su secuencia, el estado emocional de los personajes, sus
cambios, lo que piensan, lo que dicen, cómo lo dicen, etc.
Esa idea, no solo es una
historia, sino también un cúmulo de sensaciones. El desafío está en que valiéndose
principalmente de la palabra, aunque acompañándonos también con el cuerpo y
quizás con algunos objetos, y estímulos sonoros, tenemos que transmitir esas
sensaciones que finalmente formarán también una historia.
Identificamos cuatro maneras
de contar cuentos:
1)
Leer en voz alta el cuento escrito
2)
Narrarlo desde uno mismo o del Personaje del
Narrador, en la forma más objetiva.
3)
Narrarlo desde los distintos Personajes
incluyendo al Narrador como tal, utilizando todo el espacio, todo el cuerpo,
actuándolo, maximizando recursos.
4)
Dramatizarlo.
Partiendo de la base de que el
material es adecuado para el auditorio, leerlo no trae mayores inconvenientes, más
que los que surgen de la emisión de la voz.
La dramatización, incluye la
adaptación del guión, la dirección de actores, y la puesta en escena, de las
que tampoco nos ocuparemos en este artículo.
Nos enfocaremos entonces en
las formas intermedias.
¿Qué pasa cuando narramos un cuento escrito por otro?
Lo primero que deberíamos
revisar es si haremos una adaptación para la oralidad respetando el cuento
original (y entonces deberíamos plantearnos los alcances de la tarea) o haremos
una versión libre.
Un cuento escrito, siempre
necesita una adaptación para la oralidad, y esta traducción ya lo convierte en
otra cosa. Por mucho que quiera respetar
al autor, mi adaptación va a estar traicionando alguna arista del cuento
original. Por más que respete la Fabula,
existirá un Relato distinto, modificado, del Relato original, seguramente
necesite llevar adelante expresiones más cercanas a las descripciones de la
acción de los personajes que la minuciosa descripción de objetos y lugares.
Deberíamos tener en cuenta la
poética del autor y si este pertenece a alguna escuela en particular, eso
implica que deberíamos leer otros cuentos del autor y otros cuentos escritos
por autores de la misma escuela, o los que se conocen como más significativos
además de las exégesis que los críticos realizan sobre el mismo material.
Otra cosa a tener en cuenta es
si el cuento presenta alguna estructura en particular, lo bastante visible,
como para que resulte necesaria su traslado a la oralidad para no perder la
identidad. Por ejemplo en “La Gallina Picoreta”, un cuento popular italiano, la estructura de repetición en los
diálogos, resulta el eje del relato, si cambiamos eso, no sería "La Gallina Picoreta”.
Las adaptaciones libres, no llevan mayores inconvenientes, más que la buena aplicación de la técnica y un sólido guión propio. El derecho de autor es un problema para todos los casos.
De todas maneras, existirán
tantos relatos, del cuento a narrar, como narradores existan. Por lo tanto es importante que cuando nos
comprometamos a narrar uno, lo hagamos propio.
Primera aproximación.
La primera tendencia cuando
intentamos contar el cuento de otro autor, y sobre todo si este es un cuento
escrito, es tratar de abarcar, recordar cada uno de los momentos del cuento en
el órden en que ahí aparecen. Yo llamo a
esto hacer la “crónica” del relato. No
es algo malo, pero no debe entenderse como “la forma de contar el cuento”
aunque si es una posibilidad de hacerlo.
Sería bueno repasar aquí los
conceptos de Fabula y Relato (e Intriga), como los entendemos en el taller. Llamamos FABULA a la anécdota a la que
corresponde la Obra – p.e “La Guerra de Troya”, “San
Jorge y el Dragón”, “Los Medicis”, “Camila O´Gorman”, “La Difunta
Correa”, “Pinocho”, “Caperucita Roja”,
etc – y RELATO al orden en que son
revelados al público los episodios o momentos de dicha FABULA en el devenir de
la Obra; a la elección del Autor del orden de los sucesos
para contar la FABULA.
Esto quiere decir que una
misma FABULA puede ser RELATADA de distintas maneras, según lo considere el Autor de la Obra
La INTRIGA es la forma que
adopta el RELATO para mantener el interés del público a lo largo de toda la obra.
La FABULA es la fuente de
donde el Poeta extrae los TEMAS de la obra.
La ELIPSIS son los momentos de
la FABULA que el Autor decide no contar en el RELATO, pero que se infieren en él.
Construyendo el primer Guión
Habiendo hecho nuestra lectura
del Cuento e identificado la Fábula es importante que determinemos que es lo
que nos resulta más interesante contar, cuales momentos nos han impactado más,
determinar qué es lo que no se puede omitir y así construir nuestro primer
borrador.
El guion debería tener un
listado de momentos del Relato, cada momento con su título, si es breve mejor,
fácil de memorizar, para que a la hora de Narrar, vaya desarrollando cada
título como me parezca sin omitir ninguno, y si en algún momento me voy por las
ramas sepa como volver al hilo de la narración.
A su vez cada título, debería
incluir la imagen principal, o el motivo principal, o las sensaciones que
quiero transmitir, o la idea que no puedo omitir cuando despliegue ese título.
Los Recursos del Lenguaje
Nos interesa recalcar que cuando
narramos queremos transmitir sensaciones.
Las palabras, las transmiten
ya sea por su significado y también por su sonido. Por eso es importante las elecciones que se
hacen de las palabras para contar nuestro cuento.
“Piel – Caricias – Añoranzas –
Ausencia”
Las oraciones breves y
concisas permiten formarse una idea clara de lo que queremos contar, cuando
estas son polisémicas, ayudan a disparar la imaginación del escuchante.
“Y entonces ella, se dio su
lugar. Y entonces ella, cedió su lugar.”
El ritmo, y los cambios de
este, presente en las palabras, en las oraciones, y en los párrafos, termina de conformar la batería de recursos
contenidos en el idioma, (por ahora). En
otro u otros artículos nos valdremos de los recursos para la escritura y
análisis de los cuentos escritos, que son trasladables a la oralidad.
Los recursos actorales.
Por otro lado, somos actores y
estamos entrenados en el conocimiento de la estructura dramática. Realizar una narración no es más que el
monólogo de un personaje, o un monologo con role playing. A las descripciones de sensaciones a las que
nos referíamos más arriba le podemos sumar los momentos de conflicto que viven
o amenazan a los personajes y llevarlos al cuerpo viviendo Estados. Revisar cada momento a narrar repasando los
elementos de la estructura dramática nos servirá para profundizar acerca del
entorno y las acciones que realizan los personajes y mejorar esas descripciones
porque contamos con un conocimiento más profundo de por qué y para qué las
realizan (causas y objetivos).
Además contamos con la
metodología para la composición de los personajes.
Los recursos de la voz.
Con un guión bien armado, en
principio que me satisfaga para trabajar mi Narración, con los personajes
compuestos, sumaremos las formas del habla.
Es importante que las formas lleguen cuando ya se han trabajado los contenidos.
Una forma sin contenido es falsa, y
suena falsa, y no consigue el efecto que se busca con la utilización del
recurso.
El uso de las pausas. Jugar con las pronunciaciones, usando los
sonidos de cada letra, estirar o acortar las vocales y las sílabas. La buena utilización de los signos
gramaticales. Las inflexiones de la voz,
contrastando los tonos y acentuando las intenciones de cada personaje. El uso de los resonadores en el cuerpo para
obtener distintos efectos sonoros, son algunas de las fuentes a explorar para
completar la puesta en escena.
Los
invito que a continuación lean “Primera Aproximación al Material”