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San Jorge y El Dragon por Rafael Sanzio - National Gallery of Art, Washington DC |
El 23 de abril se celebra en
el mundo occidental el día de San Jorge, ese que a fines del siglo III DC, hubo
vencido al Dragón que azotaba un lejano pueblo del Asia Menor. La leyenda esta tan arraigada a la cultura occidental
que trasciende religiones, florece y se multiplica cada día desde hace más de
mil años en cada rama de las artes. Se
asocia con otros hechos, se funde, se fusiona, se sincretiza. Las nuevas expresiones a veces solo dejan ver
sus colores, o sus objetos, o sus misterios, o los valores escondidos en sus
entrañas. O la muestran tal cual es y la
enriquecen con nuevos aportes
La primera versión escrita de este
mito aparece en la “Legenda Sanctorum” (también conocida como Leyenda Aurea),
un compendio de ciento ochenta textos de santos y mártires, redactados en
idioma latín por el Arzobispo de Génova, Santiago (Jacobo) de la Vorágine en la
segunda mitad del siglo XIII. Sin
embargo, antes, ya la transmisión oral la había hecho popular a lo largo de
nueve siglos: la Caballería tomaba a San Jorge como modelo, y su veneración se
llevó a cabo en ciudades y ejércitos, su bandera encabezaba las filas de las
Cruzadas, los escudos de varias ciudades llevan su iconografía. Los Islámicos lo consideran un Profeta.
Sabemos que Jorge fue un
soldado que nació en Capadocia alrededor del año 280 DC, en la actual Turquía,
de padre persa y madre capadocia. Su
padre fallece tempranamente y su madre regresa al hogar de su familia en donde
Jorge es educado en la religión cristiana, y en las artes de la guerra. Ya mayor, va en busca de trabajo a Palestina
y se alista en las tropas del emperador Diocleciano. Su destreza lo llevó a ser ascendido a Guardia
del Emperador quien además lo tenía en alta estima. Pero cae en desgracia cuando Roma inicia una
terrible persecución contra los cristianos.
El mismo Dioclesiano trato de persuadirlo para que abrazara el
paganismo, tentándolo con promesas de poder, a lo que Jorge se negó y aceptó
sufrir las consecuencias. Las torturas a
las que fue sometido fueron terribles.
Así mientras estaba preso,
Dios le predijo seis años de tormentos y que moriría tres veces.
Primero fue cortado en dos con
una rueda llena de clavos y espadas. Su
resurrección motivó la conversión al cristianismo de Anatolio, el magister
militum – comandante de los soldados – y a toda su guarnición. En la segunda ocasión solo con su aliento,
derribó todas las estatuas de un templo pagano y consiguió la conversión al
cristianismo de la emperatriz Alexandra y su séquito. Finalmente, fue condenado al martirio por
decapitación, en Nicomedia, en el año 303 DC., cuando las persecuciones se
hicieron más crueles y extendidas.
Su veneración como mártir,
comenzó relativamente pronto. Durante el
reinado de Constantino I, se construyó una iglesia en Lidia (Diospolis) en su
honor, que se erigió como centro del culto oriental a Jorge, según relatos de
peregrinos. La iglesia fue destruida en
1010 y reconstruida por los cruzados. En
1191 fue destruida nuevamente esta vez por las fuerzas de Saladino y una nueva
iglesia fue construida en 1872 que todavía hoy se mantiene erguida.
A partir del siglo IV la
devoción llega al Imperio Romano de Occidente.
En el 494 el papa Gelasio I lo incluyó en el catálogo de santos “cuyos nombres son justamente reverenciados,
pero cuyos actos son solo conocidos por Dios”. Muchos milagros se le adjudican, que solo son
confirmados por la tradición oral, la primera biografía escrita y preservada
del santo se encuentra en el Acta Sanctorum, un palimpsesto que data del siglo
V DC. Hacia fines del siglo VII DC
algunas leyendas orientales de Jorge son recogidas por el obispo galo Arkulf en
su peregrinaje a la Tierra Santa en el año 680 y narradas por el abad irlandés
Adomnán.
Así el mito que incluye al
Dragón aparece en el siglo IX. Esta
fábula es relatada por católicos, ortodoxos y musulmanes incluyendo cada cual
su propia impronta y situándola en distintas ciudades de acuerdo al mundo
conocido según la región donde es relatada.
Si bien la historia era
considerada verídica durante el proceso de construcción de la religión cristiana,
(ver en este mismo BLOG, “Historia del Teatro – EL TEATRO MEDIEVAL – El DramaLitúrgico”) la épica de que el vencido fuera un Dragón, nos abre más a la
metáfora que a la realidad. Sin embargo no debemos dejar de lado que las
mitologías griegas, romanas, celtas y nórdicas están pobladas de seres
fantásticos, que en muchos casos fueron objeto de sincretismo; que los cuentos
tradicionales rusos, incluían entre los villanos al Dragón y a una cambiante
Baba Yaga, que a veces podía ser benefactora.
Que la exploración al oeste del océano Atlántico aún en la época de
Colon, fue realizada por intrépidos que no le temían a los terribles monstruos
marinos que creían que allí nadaban; y finalmente que los magos, hechiceros y
las brujas pululan hasta nuestros días y Nessie y Nahuelito siguen nadando en
paz en sus lagos.
En la metáfora cristiana del
mito, San Jorge, el creyente, conducido por el Caballo Blanco, la
Iglesia – con sus valores y dogmas – se enfrenta al Dragón, el
mal, el pecado, Satanás, para salvar a la Doncella, las
personas inocentes del mundo que habitamos. (Una forma más simple o anticipada de explicar
el Apocalipsis, donde Jorge es el “avatar” del arcángel Miguel – en referencia
a los textos bíblicos: Josué 5:13-15; Daniel 8:25, Daniel 10:13, Daniel 12:1;
Zacarías 3:2; Judas Tadeo 1: 8; Apocalipsis 12:7).
Algunos historiadores
relacionan a esta leyenda como la versión de otras más antiguas una que también
tiene su origen en Capadocia, en donde Sabacio, padre celestial de los frigios,
(Sabazius entre los romanos) se representaba sobre un caballo y matando con una
lanza a una serpiente y otra griega: La Historia de Perseo y Andrómeda.
No obstante, nuestro Jorge, se
convirtió en el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalem, nombrándolo
“Miles Christi”, soldado de Cristo. Fue
patrono de los caballeros andantes y de ejércitos de distintas naciones, su
bandera – solo por citar algunas – flamea en las banderas de Inglaterra y Georgia,
su imagen se representa en los escudos de Moscú, Aragón y Barcelona. Es el protector de varias órdenes religiosas,
y uno de los catorce Santos Auxiliadores,
invocado contra los enemigos, para solucionar problemas económicos y laborales,
y para encontrar la fuerza y el coraje necesario para enfrentar las
dificultades de la vida, problemas de la piel y protector de animales
domésticos.
Es muy celebrado alcanzando
distintas formas de hacerlo en cada rincón del planeta, pero es tema para un artículo
aparte.
A continuación transcribimos
algunas versiones de la historia y finalmente, como apéndice, la traducción del
texto presente en la “Legenda Sanctorum”
La historia cuenta que en una
pequeña ciudad llamada Silene, un dragón había establecido su hogar en una
fuente de agua, aterrorizando a los habitantes y exigiendo que le entregaran
una doncella como sacrificio todos los días. El rey de la ciudad aceptó este
acuerdo, pero un día la suerte cayó en su propia hija, la princesa Sabra. San Jorge aparece montado en su caballo justo
en el momento en que Sabra es ofrecida al Dragón, se interpone, lo mata y salva
a la princesa. De la sangre del Dragón brota una rosa roja.
Según la leyenda, en la ciudad de Salem,
Libia, había un estanque habitado por un enorme dragón siempre hambriento. Los
habitantes de la región trataban de apaciguarlo ofreciéndole ovejas y cabras,
pero en un momento dado el ganado ya no era suficiente y el dragón exigió seres
humanos por ofrenda. Los lugareños comenzaron así a realizar un sorteo macabro
entre sus hijos, eligiendo así quiénes debían ser sacrificados al hambre
insaciable del dragón. Cuando la princesa Silene, la hija del rey local,
también fue sorteada, San Jorge apareció a las puertas de la ciudad. Proclamó
que Dios lo había enviado para derrotar al monstruo, siempre y cuando toda la
gente de Salem acogiera la fe en Cristo. El rey y todos sus súbditos aceptaron
ser bautizados, por lo que San Jorge se enfrentó al dragón, lo redujo a la
mansedumbre e hizo que la princesa lo condujera a la ciudad, atado con un
simple cinturón. Al ver el milagro, todos se convirtieron y el dragón fue
matado.
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San Jorge y el Dragon por Rafael Sanzio - Museo del Louvre |
APENDICE
Leyenda de San
Jorge y El Dragón (Legenda Sanctorum / Ob. Santiago de la Vorágine)
El
tribuno Jorge, del linaje de los capadocios, en cierta ocasión llegó a la
provincia de Libia, a una ciudad llamada Silena. Al lado de esta ciudad había
un estanque parecido a un mar, en el que se ocultaba un dragón pestilente, que
a menudo ponía en fuga al pueblo armado contra él y, acercándose a los muros de
la ciudad, con su aliento los destruía a todos. Obligados por esta situación,
los ciudadanos le entregaban dos ovejas cada día para calmar su furor; de otra
manera, traspasaba los muros de la ciudad y corrompía el aire de tal manera que
morían a miles.
Cuando,
por tanto, ya casi faltaban ovejas, máxime no pudiendo tenerlas en abundancia,
se proclamó una ordenanza según la cual tributarían una oveja con el añadido de
un hombre. Cuando, pues, eran entregados a suertes los hijos e hijas de todos
los hombres y la suerte no exceptuaba a nadie, y cuando ya casi todos los hijos
e hijas habían sido tragados, en cierta ocasión, la única hija del rey fue
elegida al azar y adjudicada al dragón. Entonces el rey, entristecido, dijo:
«Tomad oro y plata y la mitad de mi reino y perdonadme la hija, para que no
muera de tal manera». A lo que el pueblo respondió con furor: «¡Tú, rey,
hiciste este edicto y ahora todos nuestros hijos están muertos y tú quieres
salvar a tu hija! Y si no cumples con tu hija lo que ordenaste a los demás, te
prenderemos fuego a ti y a tu casa». Viendo esto, el rey comenzó a llorar por
su hija, diciendo: «Ay de mí, hija mía dulcísima, ¿qué haré contigo? ¿O qué
diré? ¿Cuándo, además, veré tus bodas?». Y, girándose hacia el pueblo, dijo:
«Ruego que me deis un tiempo de ocho días para llorar por mi hija». Habiendo
admitido esto el pueblo, al cabo de los ocho días este volvió, diciendo con
furor: «¿Por qué arruinar tu pueblo a causa de tu hija? ¡Mira cómo todos
morimos por el aliento del dragón!». Entonces, el rey, viendo que no podía liberar
a la hija, se vistió con ropas regias y, abrazándola, le dijo entre lágrimas:
«Ay de mí, hija mía dulcísima, creía que nutrirías hijos en tu regazo real, y
ahora te vas para ser devorada por el dragón. Ay de mí, hija mía dulcísima,
esperaba invitar a los príncipes a tus bodas, adornar el palacio con perlas,
oír timbales y órganos; y ahora te vas para que ser devorada por el dragón». Y dándole un beso la despidió, diciendo:
«Ojalá, hija mía, me hubiera muerto antes que perderte así». Entonces ella se
echó a los pies del padre pidiendo su bendición. Cuando el padre la bendijo
entre lágrimas, fue hacia el lago.
Cuando
San Jorge, que casualmente pasaba por allí, la vio llorando, le preguntó qué le
pasaba. Y ella: «Buen joven, sube deprisa al caballo y huye, no mueras conmigo
de la misma manera». A lo que contestó Jorge: «No temas, hija; mejor dime por
qué estás aquí de pie con todo el populacho mirando». Y ella: «¡Como veo, buen
joven, eres de un corazón magnífico, pero no deseas morir conmigo! Huye velozmente».
A esta, Jorge: «De aquí yo no me iré hasta que no me cuentes qué te pasa».
Como, en consecuencia, le expuso todo, Jorge dijo: «Hija, no temas, porque en
el nombre de Cristo te ayudaré». Y ella: «Buen soldado, apresúrate a salvarte a
ti mismo, no mueras conmigo; basta si muero yo sola, ya que no me podrías
liberar y morirías tú conmigo». Mientras hablaban, he aquí que el dragón se
acercaba, asomando la cabeza desde el lago. Entonces la joven, temblando de
miedo, le dijo: «Huye, buen señor, huye de prisa». Entonces Jorge, subiéndose
al caballo y protegiéndose con la señal de la Cruz, cargó audazmente contra el
dragón, que venía de frente; y blandiendo fuertemente la lanza y encomendándose
a Dios, lo hirió gravemente y lo tumbó en el suelo, y dijo a la joven: «Lanza
tu cinto al cuello del dragón sin dudar, hija».
Ella
así lo hizo, y el dragón la siguió como si fuera un perrito mansísimo.
Entonces, cuando lo condujo a la ciudad, los habitantes, viéndolo, empezaron a
huir por las montañas y las colinas diciendo: «Ay de nosotros, que ahora
moriremos todos!». Entonces San Jorge les hizo un gesto con la cabeza,
diciendo: «No tengáis miedo, ya que el Señor me ha enviado a vosotros para
esto, para liberaros de los castigos del dragón. Sencillamente, creed en Cristo
y bautizaos cada uno de vosotros y mataré a este dragón». Entonces el rey y
todos los habitantes fueron bautizados, y San Jorge, desenvainada la espada,
mató al dragón y ordenó que fuera llevado fuera de la ciudad. Entonces cuatro
pares de bueyes lo llevaron fuera, a un gran campo. Por un lado, se bautizaron
ese día veinte mil, exceptuados los pequeños y las mujeres. Por otro, el rey
construyó una iglesia de un tamaño admirable en honor de Santa María y San
Jorge. De su altar mana una fuente constante, y beber de esta fuente cura a
todos los enfermos. Además, el rey ofreció un sinfín de dinero a San Jorge,
quien, no queriendo recibirlo, mandó que se diera a los pobres. Entonces, Jorge
instruyó al rey brevemente sobre los cuatro preceptos, es decir, que cuidara de
las iglesias de Dios, que honrara a los sacerdotes, que escuchara con atención
el oficio divino y que siempre se acordase de los pobres. Y así, después de
darle un beso al rey, partió. Sin embargo, en algunos libros se lee que,
mientras el dragón se acercaba a devorar a la joven, Jorge se protegió con la
señal de la Cruz y, atacándolo, lo mató.
Fuente
Periódico Hoy Aragón. Artículo recuperado el 23 de abril de 2023
Holyart. Tienda de arte sacro. Artículo recuperado el 23 de abril de 2023
Wikipedia. Artículo recuperado el 23 de abril de 2023
Wikipedia. Artículo recuperado el 23 de abril de 2023